Un divorcio es un proceso duro y complicado de asimilar. En estos procesos, suelen existir sentimientos encontrados y el mutuo acuerdo es clave para no sufrir de más. Una forma menos dura de afrontar el divorcio y a la que pueden acogerse las partes durante el proceso es la de recurrir a la mediación familiar.
A pesar de que la figura del mediador es relativamente reciente en nuestro país (la primera ley sobre ella se aprobó en Cataluña, en 2001), con la Ley 15/2005, de 8 de julio, por la que se modifican el Código Civil y la Ley de Enjuiciamiento Civil en materia de separación y divorcio, se reconoce la mediación familiar como un método complementario y alternativo al judicial, cuando hay que resolver conflictos de familia.
El papel de un mediador familiar en un proceso de divorcio es el de acompañar a las partes para que lleguen a un acuerdo bilateral. Es decir, hacer sentir a los que estáis en el proceso que sois vosotros los que llegáis a los acuerdos. Con diez años de vida en España, el mediador familiar se ha convertido en una figura imprescindible para pactar acuerdos sin resentimientos.
El matrimonio que está separándose ve al mediador como un tercero y se percibe como alguien imparcial (no es elegido por una de las partes), confidente y, lo que más se aprecia, neutral. Nunca va a decantarse por una de las partes ni a asesorar o proponer pactos: simplemente, se encarga de abrir una vía de comunicación entre los que están en el proceso.
Y, precisamente, por esa sensación de que eres tú mismo el que propone el pacto, los acuerdos tomados mediante este método suelen tener un mayor grado de cumplimento y se evitan contenciosos en el futuro entre los cónyuges. Con la figura del mediador familiar, te ahorrarás el largo y difícil proceso judicial del divorcio o de la separación, que será más sencillo y rápido.
En otros países, la mediación es obligatoria, antes de un proceso judicial. Es decir, si quieres divorciarte, antes de comenzar cualquier batalla legal, debes hablar con el mediador para intentar pactar acuerdos. Sin embargo, en España, es voluntario acudir a él y no se considera una figura judicial.
Hoy en día, el mediador familiar es una figura reconocida por aquellos que deciden separarse. Además de las ventajas de las que hablamos antes, destaca que, si se llega a un acuerdo a través del mediador, se ahorrarán los costes judiciales asociados al proceso de divorcio; pagos que, en la situación actual, son un problema para muchos que deciden poner fin a su matrimonio.